lunes, 9 de enero de 2012

2011: La Serie de Caribe, Mayagüez 2011

Ok. Vayamos al grano y sin rodeos...

Si vamos a hablar de las grandes producciones en las que tuve el privilegio de colaborar, empiezo con la Serie del Caribe Mayagüez 2011, que se llevó a cabo del 2 al 7 de febrero. La compañía para la cual laboro obtuvo los derechos de transmisión televisiva exclusivos para Puerto Rico, así que me estrené como productora ejecutiva y directora de operaciones, dirigiendo un equipo de producción compuesto por 72 personas: unos 8 de los mejores ingenieros de Estados Unidos, unos 32 hermanos que laboran en Venezuela y otros veintitantos profesionales de las comunicaciones en Puerto Rico. A cargo de todos ellos, y de otros 16 "hijos" que adopté del grupo de ESPN Deportes, arranqué mi año a cargo de la operación.

Llegué a Mayagüez una semana antes que todos, y regresé dos días después que ellos. Catorce días en total. Estuve a cargo de la coordinación de la transmisión de cada partido para el canal, los espacios satelitales para la señal, la inserción de comerciales, hasta estadía, la transportación, la comida, la comunicación entre los "crews"... Mi día comenzaba a las 8:00am, y ya a las 10:00am debía estar en el estadio para coordinar todo lo que era TV. Terminábamos pasadas las 12:00 de la medianoche, para a esa hora desplazarme hasta mi hotel que estaba en Guayanilla (casi 45 minutos de viaje desde Mayagüez). Fui testigo de cómo un grupo de seis ingenieros norteamericanos crearon, en tres días, un sofisticado cuarto de producción en una de las cabinas del estadio -incluyendo un camión de uplink-, con los mejores equipos en Alta Definición, de gran valor económico. Así mismo, además de la operación en general, lideré al grupo administrativo compuesto por dos asistentes, un coordinador de producción, un grupo de promotores, un gerente de seguridad, dos empleados y tres instaladores, los que montamos la oficina administrativa /centro de mandos de la operación, en donde encontrabas desde agua y comida, radios, teléfonos, computadoras, impresoras, los calendarios y horarios, contratos de proveedores, hasta un almacén de equipos y provisiones. A su vez, armamos un comedor en el primer piso del estadio y un área sencilla con refrigerios y café en el tercer piso, donde estaba la cabina de transmisión, a modo de oasis para el grupo técnico.

Ya de arranque, el día antes de comenzar el evento, el comité organizador tuvo problemas con el registro y la impresión de los carnets de identificación, por lo que los mismos no estuvieron listos a tiempo; esto representaba un grave problema para nosotros, pues andábamos desplazándonos por el estadio desde antes que cualquier grupo de trabajo. En adición, necesitábamos acceso al tercer piso donde estaba la cabina, y para allá nadie podía pasar a menos que fuera parte del comité organizador o del crew de televisión (o sea, nosotros). Así, haciendo uso de mi simpatía y mi talento para hacer café, logré a través del trueque, intercambiar unas cuantas tazas de café y otras tantas botellas de agua por las identificaciones de mis 72 chicos. De igual forma le hice el favor a los muchachos de ESPN Deportes, quienes también eran hijos adoptivos.

Recuerdo que el primer día marchábamos con retraso. El acto inaugural se atrasó hasta casi las 10:00pm, y nuestra amiga productora Mayra Verdejo estaba corriendo con su grupo artístico, compuesto de sobre 150 personas de todas las edades y con todos los talentos que ustedes puedan imaginar. La producción quedó espectacular. Colorida, vistosa, amena y musicalmente llena de sabor. Muy bien coordinada. Puerto Rico brilló ante los ojos de todos los países a donde nuestra señal estaba llegando, sin contar los sobre 200 mil hogares boricuas que la disfrutaban exclusivamente en la comodidad de su hogar. La vista del parque desde la cabina de transmisión era majestuosa mientras corría el Acto de Apertura.

Tras doce partidos entre cuatro países, dos semanas de cansancio, algunos gritos y discusiones, mucho café y unos cuantos dolores de cabeza, México se coronó campeón de la 52va edición de este majestuoso evento. Ese último día, la serie estaba empatada por el primer lugar entre México y Puerto Rico. Los Yaquis de Ciudad Obregón de México se impusieron sobre los Caribes de Anzoátegui de Venezuela, 3 carreras por 2; Puerto Rico no corrió la misma suerte, pues los Toros de República Dominicana se fueron sobre los Criollos de Caguas, 3 carreras por 0, perdiendo así los boricuas la oportunidad de convertirse en campeones del evento. Así, los mexicanos consiguen su sexto título, mientras nosotros nos quedamos con las ganas de nuestro décimo quinto. Tengo que aceptar que nada más de pensar que México y Puerto Rico pudieran empatar esa noche y forzar un partido de desempate me daba susto, pues además del cansancio que sentía, la logística para el próximo día hubiera sido mortal: modificar la grilla de programación del canal, coordinar espacio en el satélite, salir a comprar más provisiones para el crew, cambiar horarios de vuelos, incrementar el presupuesto, añadir una noche más de hotel para todos… creo que por primera vez en mi vida, mi mente pedía que mi equipo nacional perdiera, más no así mi corazón.

Todos partidos a través del calendario corrieron muy bien y a tiempo, sin ningún incidente técnico que corregir. Directamente desde Venezuela, mi gran amigo y compañero de labores, Carlos González (a quien considero el mejor productor de beisbol DEL MUNDO-si, leyeron bien, del mund0-), junto a su equipo técnico compuesto de mis venezolanos, mis norteamericanos y mis boricuas, llevaron la acción desde el diamante durante seis días, a doble jornada, a todos los hogares de Latinoamérica. Tengo que destacar que ese grupo realizó el mejor trabajo televisivo y de mejor calidad que yo he visto, y del que hubiese sido parte alguna vez.

La experiencia fue de un valor incalculable, así que el trabajo, el sacrificio, las horas de sueño perdido y el cansancio valieron la pena.




Nota aparte…

Compartí con mi equipo nacional, pues compartíamos el mismo hotel; a su vez, tengo una pelota autografiada por todos ellos. Entre otra cosas, tuve la oportunidad de conocer a las estrellas Iván Rodríguez, Carlos Baerga y Roberto Alomar, quien recién había sido exaltado al Salón de la Fama del Béisbol el 5 de enero de 2011, y a quien la serie estuvo dedicada. Además de también tomarme una foto con cada uno de ellos, también tengo una misma pelota firmada por los tres.

domingo, 8 de enero de 2012

El "Blog Comeback" en el 2012

Retomo mis anécdotas deportivas hoy. Creo que empecé demasiado "pompeá" (anglicismo muy, muy malo para describir emoción y energía en una persona) con el blog, y de repente, me quedé sin gasolina. Pero mis amigos cibernéticos, Ibrahim y Bolívar (quien dice que me circundan las "debacles deportivas" porque mi equipo de fútbol favorito apenas le gana al suyo-pero el mío es el equipo que está primero en las tablas-), en su rol de cheerleaders oficiales, me animaron para volver a escribir en mi página, así que aprovecho el Nuevo Año para comenzar con nuevos bríos. 
Hoy arranco haciendo lo que en buen español llamamos un "recap" de lo que fue mi 2011, un año inolvidable y lleno de aprendizaje, experiencias positivas, sinsabores, dolores de cabeza extremos y mucha gente encantadora. Este fue mi año de estreno: desde project manager, directora general, productora ejecutiva y directora de operaciones dentro de una producción deportiva. Trabajé desde boxeo, baseball, baloncesto escolar y nacional, hasta atletismo, fútbol y mucho, mucho, mucho voleibol. En adición, y como espectadora, disfruté de los mejores espectaculos deportivos a nivel mundial, y lo gocé como pocos lo puede hacer. 
Comienzo con mis historias, mis anécdotas y mis dolores de cabeza a nivel profesional; mis vivencias en mi día a día con mi pasión. De igual forma, continúo con mis memorias y hazañas como fanática y mis andanzas como espectadora.
Seguimos en tacones...

martes, 2 de agosto de 2011

1996 y mis Yankees

Era el sexto juego de la Serie Mundial: Yankees vs. Bravos. Recuerdo que estaba de universitaria y, como no tenía donde de ver los partidos en mi apartamento -porque los transmitían por televisión por cable-, llamaba a mi papá para que me contara, o simplemente me sentaba en la biblioteca a leer las notas y las narraciones del periódico, o me conformaba con ver lo sucedido en las noticias locales. Era la principal discusión entre Mario, Ariel, Jaime y yo, por supuesto, en la clase de estadísticas. Mario y yo seguíamos a NY; los demás preferían la Liga Nacional, o simplemente odiaban a los Yankees; solo Pablo y Laura eran fans de Atlanta, pero no estaban en mi clase, así que no cuentan; Maribel era parte de la discusión, pero era fiel fanática de las Medias Rojas -y todavía lo sigue siendo-. Solo dos mujeres y el resto eran varones.

Luego de ganar el campeonato de la Liga sobre los Orioles de Baltimore en 5 partidos, los Yankees traían un "comeback" en plena Serie Mundial, luego de perder los primeros dos juegos en casa, vía paliza: el primero, 12 por 1, y el segundo, a 4 por 0; estadísticamente hablando, una contra 16, o sólo el 6% de efectividad en carreras vs. el 100% de Atlanta.

Jamás voy a olvidar aquellos tres partidos en Atlanta. Los "Mulos", literalmente, habían halado la serie 3 a 2, poniéndola a su favor: en el tercer juego, un histórico honrón de Bernie con dos impulsadas se sumaban a dos previas en la octava entrada; un cuarto partido a 10 entradas, perdiendo en sexta 6 por 0, empatando a 6 en la octava y ganando por dos en la décima -haciendo el segundo "comeback" más grande en la historia de las Serie Mundiales (1929, Philadelphia sobre Chicago)-; y un quinto juego, donde Pettitte lanzó 8 entradas completas, sin permitir ni una sola carrera, terminando el partido 1 por 0. Esos hombres tenían sed de campeonato, pues hacía 16 Clásicos de Otoño que no levantaban el trofeo de campeones. Los Bravos eran los actuales campeones y tenían un equipo de ensueño con un "pitcheo" envidiable, encabezado por Greg Maddux y por Tom Glavine -a quienes mi viejo admira muchísimo- ganadores de Cy Young Awards, sin contar las participaciones en All-Star Games, ni los Gold Gloves, ni los Slugger Awards. Los Yankees tenían un equipo con veteranos -Fielder, Strawberry, O'Neill, Duncan, Girardi y Wetteland, entre otros, acompañados por Bernie Williams y Tino Martínez- y la cepa de novatos, que conocemos hoy como los "Fantastic 4": Derek Jeter, Mariano Rivera, Andy Pettitte y Jorge Posada - quien vino a sutituir a Jim Leyritz, y eventualmente a Joe Girardi- .

Entonces llegó el sexto juego. Gracias a Dios era sábado, y yo estaba en mi casa, por lo que podía verlo completamente en mi televisor, para mi solita, porque mi papá se ponía nervioso -todavía le pasa-, se paraba de la silla y no miraba el partido de la quinta entrada en adelante, por miedo a que cometieran un error y "botaran" el juego. Greg Maddux era el lanzador, y ya yo estaba ansiosa. Las primeras dos entradas se fueron a cero para ambos equipos... hasta que llegó Paul ONeill a la tercera. Entonces Maddux mandó al zurdito a segunda base, quien fue remolcado hasta tercera con una rolita de Duncan. Luego apareció Mr. Girardi -quien confieso que nunca me ha simpatizado- para conectar un triple y traer al zurdito al "home". Seguido Jeter llega, dispara un sencillo, se roba la segunda y anota una tercera carrera, impulsada por un sencillo de mi compatriota Bernie. Esto pone el jueguito 3 a 0 en la tercera. Yes. Aún faltaban seis "innings" y ya papá comenzaba a decir que se iba a dormir. Ya en la cuarta, con las bases llenas, Key solo permite una carrera y forzada; en ese momento dije "no puede ser que pase esto, cuando estos tipos le han sacado la serie a Atlanta de las vísceras". Efectivamente. Maddux no permitió ni una sola carrera más. Klesko anotó en la novena, pero Atlanta no logró hacer las suficientes para empatar en la novena y forzar “extra innings”.

Desde esa serie los bauticé como los Reyes del "Comeback". Los Yankees se ganaron mis respetos y mi amor como fanática. Me acostumbré a su juego, a su estilo, a la forma en que perdiendo un juego, sacan fuerzas y le meten pecho, presión y corazón -por no decir otra cosa- y terminan ganando. Siempre sucede, sea un jueguito de temporada regular, en Playoffs y en Series Mundiales. No discriminan. Perdiendo en la novena entrada, los he visto ganar, sacrificándose por un RBI, robando bases o a honrón limpio, y hasta yéndose en entradas extras. Joe Torre pasó a ser mi "role model"; solo me faltaba "pedirle la bendición". Tras esa temporada, me atrevía reventar a todo aquel que se refiriera a Torre como "Clueless Joe". Para mí era como un dios ,y al sol de hoy, pienso que es uno de los mejores dirigentes de la historia deportiva.

Esos son mis Yankees, los que amo desde 1996. Los que terminaron la sequía con 8 carreras menos que el subcampeón. Ellos ganaron y yo celebraba como una demente corriendo por toda la casa, sin atreverme despertar a mi viejo para contarle -suceso que repitió en mi hogar durante el Subway Series del 2000-, loca por llegar el lunes a la universidad a demostrarle a todos los varones que yo podía seguir el beisbol igual que ellos, y lo mejor, podía apostarle al equipo campeón (mi equipo) sin miedo a equivocarme. Era la única mujer "yankee" entre mis amigos.

Taconeé y la pasarela fue mía.

viernes, 29 de julio de 2011

El Comienzo...

Hoy comienzo lo que debí haber empezado hace un tiempo atrás: "mis memorias deportivas". Llevo muchos años siguiendo el deporte, pero no fue hasta hace algunas semanas que una muy buena amiga me sugirió que compartiera mi conocimiento, narrativa y pasión deportiva con los demás. Ella me sugirió que lo hiciera a través de un programa radial, en el que buscaban una mujer que conociera de deportes para que acompañara a tres varones en la conducción del mismo. Luego de mi amiga, y de que saliera en la radio el anuncio de la búsqueda de la fémina para el programa, otras 16 personas me sugirieron lo mismo en la misma semana; ahí me percaté que, quizás, cuento con el talento para hablar y comentar sobre deportes (digo, por algo todos ellos me lo comentaron).

Personalmente, nunca practiqué ningún deporte. No jugué siquiera "bolita y hoyo". Lo más cerca que estuve del deporte fue en escuela superior, cuando por tres años fui "cheerleader" y acompañaba a los chicos del varsity de voleibol y de baloncesto... Quizás ya más grandecita practiqué natación, pero me percaté que las clases de estadísticas y de política económica tendrían más peso en mi transcripción de créditos, así que lo eché a un lado.

Dejando atrás mi talento nulo deportivo, confieso que nunca dejé de sentarme junto a mi papá a ver los partidos de MLB de los Yankees de Nueva York -comenzando muy pequeñita-, de los Indios de Cleveland, de los Azulejos de Toronto, el Juego de Estrellas o los "playoffs" y la Serie Mundial. Tampoco me perdí una Triple Corona: Kentucky Derby, Preakness y el Belmont Stakes... Así que podemos decir que todo empezó como una pasión inculcada por mi padre, y por tanto, heredada. Increíblemente, a mi madre le gustan los deportes un poco más "extremos" (de los cuales también aprendí): la lucha libre, "roller derby" y el karate.

En lo que respecta a mi, me encantan los deportes. Me apasionan tanto como los tacones, el "eye liner" negro y las carteras. Sin embargo, siempre he escuchado que el deporte es para hombres, y que las mujeres que lo practican o lo siguen "no son femeninas". Difiero de eso: sí, lo somos. Somos mujeres, usamos tacones y amamos el deporte.

Por eso, he decidido comenzar. Quiero plasmar aquí "mis memorias deportivas", las mejores historias que he vivido a través de lo que me gusta y de lo que hago el 60 ó 70% de mi tiempo. Digo, no pretendo ser Erin Andrews, Sara Carbonero o Adriana Monsalve. Solo quiero comentar y narrar los momentos vividos en los pasados años, que me han hecho conocedora, apasionada y hasta casi experta en algunas áreas de las disciplina; muchos de ellos me han marcado, me han dejado anonadada y muchos otros me han hecho llorar de la emoción.

Gracias a quienes me animaron con este proyecto.

Bueno, aquí comenzamos...